martes, 26 de febrero de 2013

Julio cesar: shakespeare




Marco Bruto da paso libre para unirse a un grupo de senadores conspiradores, bajo la creciente sospecha de que el mandatario intentaba convertir a la república romana en unamonarquía bajo su poder. Lecturas tradicionales de la obra, sostienen que Casio y los otros conspiradores son motivados por la envidia y la ambición, mientras que Bruto que es incentivado por causas de honoríficas y de lealtad a la patria. Otros, como Isaac Asimov, sugieren que el texto muestra que Bruto no es menos movido por la envidia y la adulación que el resto.1 Uno de los pilares centrales de esta producción, es que sus personajes se resisten a ser categorizados como simples héroes o villanos.
Las primeras escenas tratan, principalmente, de las discusiones entre Bruto con Casio, y de la lucha con su propia conciencia. La marea creciente del apoyo público pone a Bruto en contra de César. Un adivino le advierte a este último que "se cuide de los idus de marzo", lo que él ignora, terminando en su asesinato en el Capitolio, en manos de los conspiradores, ese mismo día.
La muerte de César es quizás la parte más famosa de la toda la obra. Dejando de lado los presagios del adivino, así como las premoniciones de su propia esposa, César es sorprendido en el senado por los conspiradores. Luego de intercambiar algunas palabras, Casca lo apuñala en la nuca, y los otros le secundan en la acción, terminando por Bruto. César dice en ese momento: Et tu, Bruté?, lo cual se traduce en "¿Y tú, Bruto?" – ¿También tú, Bruto? –. Shakespeare adicionó: "Entonces caiga, César", ciertamente sugiriendo que aquél no quería sobrevivir a tal acto de traición. Los conspiradores, por su parte, alegan en su defensa, que el motivo que generó su proceder fue Roma y no sus propios intereses. Una vez muerto el líder, sin embargo, otro personaje aparece en primer plano como un devoto y mejor amigo de César, Marco Antonio, quien, al pronunciar un discurso sobre el cadáver—el más-citado Amigos, romanos, compatriotas, prestadme vuestros oídos...—hábilmente vuelve a la opinión pública en contra de los homicidas, al hablar en un tono más personal sobre su posición, más que la táctica racional que Bruto emplea en sus parlamentos. Marco Antonio despierta a la multitud para expulsar de Roma a los traidores.

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